Desde que Camila empezó el colegio su mamá ha notado en ella muchos cambios. Hace gestos que no le conocía, muecas, guiños y poses. Habla con un tono impostado que hace recordar a las películas animadas de Barbie o las series juveniles de Disney.
Cuando llega la hora de la cena, habla de sus amigas, de por qué ellas tiene el cabello lacio y ella no, de cómo algunas no le dejan tener otras amigas y de cómo otras se le parecen tanto que en la clase les dicen hermanitas, mientras mamá piensa que ella empezó a hacerlo de muchos años mayor.
Desde que Sebastián entró por primera vez a un aula escolar, sus juegos se hicieron más bruscos y los héroes de los que le habla a papá ya no son sólo de Lazy Town sino también personajes del Play Station que su papá le compró a uno de sus amigos.
A veces llega del colegio con un aire de melancolía y al día siguiente lo hacen saltando de alegría porque su equipo de fútbol ganó. Sus enojos ya no son sólo pucheros y brazos cruzados, sino que a veces termina soltando una mala palabra que deja fríos a todos.
La primera conclusión que puedes sacar es que tus hijos están empezando a vivir una de las experiencias sociales más intensas. La segunda, que este intercambio le puede influir de infinitas maneras, malas y buenas.
A pesar de lo preocupante, curioso u ocurrente que te pueda resultar, debes tener en cuenta que todo esto vendrá de la mano con nuevas dudas sobre ellos mismos y sobre la vida, con nuevos logros y frustraciones, con nuevas amistades cargando sus propias realidades en la mochila.
No puedes culpar de los cambios de actitud en tus hijos sólo a sus amigos. Como padres de familia somos los que más influimos, conciente e inconcientemente, sobre nuestros hijos. Sin embargo, la opinión de las amistades y la presión que ejercen socialmente sobre ellos desde temprana edad es un esbozo de aquello que será aún más intenso cuando lleguen a la adolescencia.
Es entonces necesario mantener la comunicación con nuestros hijos, preocuparnos por sus vivencias en la escuela y las preguntas que les surgan como resultado de sus conversaciones y manejo social con sus amistades. Hacerles sentir que estaremos siempre ahí para resolverlas y para darles cariño, en especial cuando sientan que se lo niegan en su salón. Organizar reuniones para conocerlos a sus amigos y a sus padres sería una excelente idea.
Las amistades influyen en la autoestima, la sociabilidad y los valores de tus hijos. No pierdas de vista sus posibles efectos positivos y negativos, bien para reforzarlos o bien para desmentirlos.
Imagen: Deshia, TopNews, GreenAndClean
Cuando llega la hora de la cena, habla de sus amigas, de por qué ellas tiene el cabello lacio y ella no, de cómo algunas no le dejan tener otras amigas y de cómo otras se le parecen tanto que en la clase les dicen hermanitas, mientras mamá piensa que ella empezó a hacerlo de muchos años mayor.
Desde que Sebastián entró por primera vez a un aula escolar, sus juegos se hicieron más bruscos y los héroes de los que le habla a papá ya no son sólo de Lazy Town sino también personajes del Play Station que su papá le compró a uno de sus amigos.
A veces llega del colegio con un aire de melancolía y al día siguiente lo hacen saltando de alegría porque su equipo de fútbol ganó. Sus enojos ya no son sólo pucheros y brazos cruzados, sino que a veces termina soltando una mala palabra que deja fríos a todos.
La primera conclusión que puedes sacar es que tus hijos están empezando a vivir una de las experiencias sociales más intensas. La segunda, que este intercambio le puede influir de infinitas maneras, malas y buenas.
A pesar de lo preocupante, curioso u ocurrente que te pueda resultar, debes tener en cuenta que todo esto vendrá de la mano con nuevas dudas sobre ellos mismos y sobre la vida, con nuevos logros y frustraciones, con nuevas amistades cargando sus propias realidades en la mochila.
No puedes culpar de los cambios de actitud en tus hijos sólo a sus amigos. Como padres de familia somos los que más influimos, conciente e inconcientemente, sobre nuestros hijos. Sin embargo, la opinión de las amistades y la presión que ejercen socialmente sobre ellos desde temprana edad es un esbozo de aquello que será aún más intenso cuando lleguen a la adolescencia.
Es entonces necesario mantener la comunicación con nuestros hijos, preocuparnos por sus vivencias en la escuela y las preguntas que les surgan como resultado de sus conversaciones y manejo social con sus amistades. Hacerles sentir que estaremos siempre ahí para resolverlas y para darles cariño, en especial cuando sientan que se lo niegan en su salón. Organizar reuniones para conocerlos a sus amigos y a sus padres sería una excelente idea.
Las amistades influyen en la autoestima, la sociabilidad y los valores de tus hijos. No pierdas de vista sus posibles efectos positivos y negativos, bien para reforzarlos o bien para desmentirlos.
Imagen: Deshia, TopNews, GreenAndClean
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