Vacaciones...¿por fin?: cómo me ayudó hacerles un horario

Hace un tiempo, cada vez que las vacaciones escolares estaban a punto de comenzar, me invadía una gran angustia y hasta tenía problemas para dormir. Esas vacaciones eran un descanso para mis hijos, pero un doble esfuerzo para mi.

Mami, vamos a jugar.... otra vez!

Durante las vacaciones - del jardín de infancia o del colegio, según correspondiera - mis hijos se desordenaban por completo y querían hacer de todo, todo el tiempo. No paraban de llamarme para jugar con ellos, cada uno desde su habitación, y competían constantemente por llamar mi atención, lo cual muchas veces terminaba en gritos, peleas y llantos por cualquier cosa.

Entonces recordé haber leído que cuando no hay horarios establecidos para cada actividad, se propicia el desorden en los niños. Pero cuando este tiempo reservado existe, los niños se tranquilizan pues saben que lo harán todo, pero en su momento. Eso me ayudó tiempo atrás en crear un horario para cuando volvían por las tardes de la escuela, pero nunca se me ocurrió lo mucho que podría servir durante las vacaciones.

Para no volver a esperarlas con temor, decidí hacer este horario vacacional para mis hijos. Ya tenía el ejemplo de los horarios durante el tiempo de escuela, así que sólo me bastó adaptarlo. Yo tenía las mismas labores y compromisos, pero ellos tenían más horas libres y había que pensar qué hacer en ellas.

Tomé papel y lápiz y me senté a escribir todas las actividades que se podía hacer con los chicos y las que ellos me indicaban que desearían hacer. Claro que eran diferentes en costos, distancias y complicaciones, así que también las clasifiqué según eso. Entre las de menor frecuencia estaban las fiestas, las salidas al cine, al parque o a visitar a los abuelitos. Y entre las otras, más hogareñas, poner música para bailar, arreglar cada uno su dormitorio, ir a comprar a la bodega, ayudar a hacer la comida, y por supuesto jugar con ellos; ¡esa no podía faltar!





¡Todo el parque para mi solita!

Haciendo unas deliciosas galletas de avena.

Pasándola muy bien con abuelita.

Un día en el Club.

De visita al Acuario de la ciudad.

De fiesta (¡para no perder contacto con las "amix" del cole!)

Una vez listo el horario, imprimí dos copias a todo color y las pegamos en las cabeceras de sus camas con limpiatipos. A los pocos días, las cosas mejoraron mucho. No puedo decir que los gritos, peleas y llantos desaparecieron pero si que disminuyeron bastante. Cada vez que me pedían algo, les recordaba que eso tocaba el día tal o les pedía que vieran en su horario a que día le correspondía esa actividad. Durante la segunda mitad de las vacaciones ya me recordaban que "mañana toca visitar a los abuelitos", o me pedían que adivine "...que haremos hoy mamá: ¡galletas de avena!"

Desde entonces, en esos días previos a las vacaciones escolares, siempre tomo mi papel y lápiz y juntos hacemos el horario de vacaciones, las disfruto en vez de padecerlas... y duermo como un lirón.

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