Cuentos infantiles sobre el respeto a la naturaleza: Gael y la tortuga

La playa era el lugar favorito de Gael. Por eso cuando sus papás le dijeron que en esas vacaciones se irían a Máncora se puso muy feliz.

Máncora es una hermosa playa al norte del Perú. Sus arenas blancas y sus hermosos paisajes son famosos en el mundo entero.


AL llegar a Máncora, Gael y su familia se hospedaron en un lindo hotel hecho de cañas y piedra a la orilla del mar. Ahí Gael la pasó muy bien, haciendo castillos y jugando fútbol en la arena.

Una noche en que las estrellas se veían más relucientes que nunca, Gael no podía dormir. Se había quedado admirándolas desde la ventana de su habitación. Lucho, su hermano mayor, dormía plácidamente en la cama de al lado.

De repente, Gael escuchó un ruido extraño. Parecía como si algo se raspara contra la pared. Armándose de valor, Gael salió caminando de puntitas hacia la fresca noche.

- ¿A dónde vas?- le dijo su hermano Lucho, soñoliento.

Pero Gael no le respondió. Bajó las escaleras y bordeó el chalet hasta la altura de su habitación. Ahí, en un oscuro rinconcito de la pared, una mancha negra se retorcía atrapada. Gael se asustó.

- !Pero, si es una tortuguita! - exclamó tras él Lucho, que lo había seguido en silencio.

- Shhhh! Que la vas a asustar - le pidió Gael.

El pobre animalito parecía confundido. Había perdido el rumbo y terminado en las arenas del hotel. Sus hermanitos recién nacidos como él, habían seguido la voz del instinto avanzando directo hacia el mar, pero la pobre tortuguita había equivocado el camino.

- Juguemos con ella -dijo Lucho-; no, mejor llevémosla a casa y metámosla en una pecera.

- ¿Cómo puedes pensar en algo así?- le reprendió Gael a su hermano- Si no llega al mar morirá. Tengo que ayudarla.

Dicho y hecho: mientras su hermano se regresaba al hotel con un gesto de fastidio, Gael cogió al asustado animalito con mucho cuidado en la palma de la mano. Se cuido mucho de cogerlo de sus aletas pues podría hacerle daño. Algunas gaviotas habían aparecido silenciosamente así que había que actuar deprisa.

Buscando y buscando, halló un lugar en la arena donde se veían muchos huecos y pequeñas huellitas que se dirigían hacia el mar.

- Aquí es! Salieron de sus huevos y luego de la arena.

Gael avanzó hacia las líneas de blanca espuma en un mar oscuro y con mucha delicadeza colocó a la tortuguita en la arena húmeda





Para su sorpresa, la tortuguita giró su rostro y se le quedó mirando, a manera de agradecimiento. Luego se volvió hacia el mar y desapareció.


Pasó el tiempo y Gael se hizo papá.

Pasó aún más tiempo y se hizo abuelo.

Hasta que un buen día regresó con sus hijos y nietos a la misma playa donde había disfrutado de su niñez hacia más de setenta años.

El mar y la arena eran la delicia de los nietos y su abuelo no podía contener la emoción de verlos divertirse. Esa misma noche aprovechó para tomar aire fresco. Se acomodó en una linda mecedora de mimbre en la terraza y disfrutó del susurro del mar, hasta que creyó escuchar un ruido. Al volverse, vio que al lado de su mecedora había una tortuga. Un animal gigantesco que lo miraba fijamente, con una mezcla de tristeza e infinita ternura.

-¿Será posible?- se dijo Gael, como conversando con aquella roca viviente- ¿Podrás ser tú aquella misma tortuguita que salvé hace tanto tiempo?

La tortuga giró su cabeza hacia él y alargó su cuello arrugado.

-Ella soy, mi salvador - le dijo, ante el asombro del anciano. - Hace muchos años me llevaste por el buen camino y veo que tú también has seguido el tuyo con rectitud. Tu buena acción ha sido premiada con una vida plena y con mucho amor.

Unos momentos después, el hijo de Gael salió a buscarlo. Lo halló en su mecedora feliz, contemplando las estrellas. En la orilla del mar creyó ver una enorme mancha oscura justo antes de desaparecer entre la espuma.

- Pero, ¿qué era eso papá?

- Un amigo, hijo; un gran amigo.

FIN.


Imágenes: Biswaranjan Rout via MundoenFotosKitesMancora, Caller.com.

Comentarios

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  1. Me agrada mucho inculcar a los niños el habito de lectura . Saludos

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  2. Anónimo5:08 p.m.

    Maravilloso. Mi hijo Gael se quedó feliz de ser parte del cuento.

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