A más pantallas, menos lectura: cuando el futuro de un niño se convierte en algo accesorio

Si desde que tu hijo tiene su propio tablet, móvil o cualquier otro accesorio tecnológico, no para de usarlo y cuando le pides que lo deje por una breve lectura se vuelve un demonio, no te sorprendas. Hoy podríamos estar promoviendo sin percibirlo una generación de niños negados a la lectura y por lo tanto, poniendo en riesgo un futuro que pudo ser mejor para ellos.


Hace muchos años se descubrió que la asimilación de imágenes requerían de proceso cerebrales mucho más sencillos que los que necesita la comprensión de textos. La televisión entonces fue un tremendo éxito.

Hoy, varias décadas después, cuando tras este descubrimiento se debería estar promoviendo más la lectura en los niños, más bien se han multiplicado las pantallas de todo tamaño y formato en sus vidas, en una carrera vertiginosa por quién fabrica una nueva - pero pantalla al final - antes que la competencia.

Apetito por la lectura

Si hiciéramos una comparación con la comida, un texto sería el equivalente al plato de fondo y las imágenes y videos serían el postre.

La información escrita es más difícil de digerir por el cerebro, ya que necesita procesos de abstracción, imaginación, analogías muy complejos, mientras que las imágenes estáticas y en movimiento ya viene con la información "predigerida"; no hay nada que imaginar. Por eso, las imágenes son más fáciles de aceptar que los textos, como una golosina es más fácil de aceptar que un plato de lentejas con arroz.

Cuando vemos publicidad de accesorios tecnológicos enfocada en los niños, caemos en la cuenta que el criterio comercial se impuso sobre el criterio educativo. Sabiendo que las imágenes atraen más, era lógico suponer que los grandes fabricantes de estas maravillas de la miniaturización tecnológica lo aprovecharían comercialmente.





Fascinados ante estos inventos, los,padres de familia también fuimos atrapados en el baile y nos cuesta mucho dar el ejemplo cuando tampoco nosotros podemos dejar de chatear o ver Facebook hasta en la mesa.

Hoy no solo es común ver niños supuestamente en edad de leer, solos o en grupo, abstraídos frente una pantalla y con sus deditos pulsándola frenéticamente, sino que además, cuando ya han pasado varias horas y les recomendamos un cambio, no duran ni diez minutos o dos páginas de un cuento sencillo; eso si es que deciden hacer caso al sano consejo de sus padres y no se encierran en su cuarto con un portazo.


Un pantallazo del futuro

Los resultados no se harán esperar. Un adelanto de lo que se viene lo podemos ver luego de unas largas vacaciones en las que sus mentes se ha desacostumbrado al ritmo de las tareas y las evaluaciones, las lecturas y los trabajos grupales. Sencillamente les costará horrores y errores volver a leer lo que se les pida en clase.

Nada impide pensar que este acostumbramiento del cerebro a las imágenes lo atrofie o incapacite para los libros permanentemente. De la actitud positiva que inculquemos en los niños hacia la lectura dependerá su futuro rendimiento académico y profesional, sin necesidad de privarlos de sus juguetes tecnológicos.

Hay dos opciones: o los colegios reemplazan todos sus libros de texto por presentaciones animadas o bien se toma conciencia por parte de maestras, padres de familia y medios de difusión del gran daño que podríamos estarles haciendo a nuestros hijos solo por permitirles que se entreguen sin reparos ni control alguno a una costumbre generacional porque "está de moda".

Más información:
  • Beneficios de la lectura en el cerebro: Dialnet.
  • Riesgos en el cerebro por el uso de dispositivos electrónicos en los niños: HuffingtonPost.

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