17 cosas que nos marcaron en la infancia

Cada uno de nosotros tenemos bien tatuadas en nuestra memoria aquellas experiencias que nos tocaron en lo más profundo de nuestra inocencia. Aquí te presentamos algunas a las que les hemos cambiado el nombre de los protagonistas, pero que son muy reales.


1. El primer beso


Daniel y Laura eran dos niños inseparables en el kinder. Se sentaban juntos en clase y en el recreo no se separaban. Subían y bajaban de los juegos sin soltarse las manos. Hasta que un día, Laura pensó que ya estaba bueno y le estampó un beso a Daniel, que se puso de todos los colores, se limpió la boca y finalmente rió con ella.

2. La primera caída de la bicicleta


Florencia no perdió tiempo y salió a probar su bicicleta con rueditas el mismo día que la recibió de Papá Noel. En el patio central que tenía en su barrio, daba vueltas y vueltas. Pero en una de ellas volteó demasiado el timón y fue a parar al piso. Papá voló hacia ella y la alcanzó justo cuando se daba cuenta de que estaba asustada, entonces lloró en sus brazos.

3. Perdido en un paseo


El pequeño Beto nunca había estado en esa plaza tan bonita. Habían llegado en avión con su familia y tras dar un breve paseo, entraron a un restaurante para almorzar. Beto terminó primero y decidió salir a ver mejor a esos gigantes de piedra en medio de la plaza. A la tercera vuelta, se dió cuenta que estaba perdido. Aún hoy, treinta años después, no recuerda cómo pudo dar de nuevo con el restaurante.

4. El primer triunfo en natación


Zoila avanzaba tanto en sus clases de natación que el profesor la invitó a una pequeña competencia con el resto de alumnos de su horario. A ella le tocó una piscina en estilo libre. Un, dos, tres, respira; un, dos, tres, respira. Al llegar a la meta, le sorprendió la bulla. ¡Había llegado primera! Recibió banderín de primer lugar y aunque este se perdió, el recuerdo aún flamea en su vida.

5. Dientes y ratones


"¿Mamá, si el ratón me da una moneda por los dientes de adelante, me va a tener que dar cinco por las muelas, ¿no?" En realidad no fue tanto, pero con los años, Emilio amasó una pequeña fortuna ahorrando lo que le dejaba el ratoncito por cada diente. Al final, el capital se fue en dos helados y un album del mundial.

6. Ver un fuego artificial rojo y creerlo Papá Noel


"Chicos, suban rápido al segundo piso, sino Papá Noel no va a dejar los regalos en el árbol". Una docena y media de niños y niñas subían entonces a esconderse bajo las camas y tras las cortinas. Un tintineo característico ponía en alerta a las pequeñas cabecitas, en especial la de Andrea, que no aguantaba las ganas de mirar. "Listo chicos, ya pueden bajar".

Andrea bajó primero y corrió a la puerta de la calle a buscar a Papá Noel. Al mirar al cielo nocturno, vio una débil luz roja suspendida; esa fue la confirmación que le faltaba: Santa Claus sí existe.





7. Las galletas de la abuelita


Es domingo por la mañana y ya los nietos estan a las puertas de la casa de Abue. Un aroma inconfundible a mantequilla y canela los espera del otro lado. Cada mordisco a las galletas de la abuelita generan una sonrisa de satisfacción en sus caritas; un paraíso infantil.

8. Las canciones de cuna de mamá


"Nanita nana, nanita ea". El timbre de voz de mamá era un arrullo para Mateo. Ahora, esas mismas canciones son las delicias de sus hijos.

9. Mantequilla servida en bolitas


Hoy Samantha solo recuerda que fue en el segundo piso de un restaurante donde las vio por primera vez. Venían en platos chicos y en grupos de cinco o seis bolitas, acompañadas por una canasta de pan calentito. Nunca olvidará el aroma de la mantequilla derritiéndose en el pan.

10. Campeonato de cometas en el cole


Más de cincuenta cometas adornaban el cielo esa tarde de agosto. La que estuviera más tiempo y más alto en el cielo, ganaba. Aliosha iba ganando, pero faltando cinco minutos su cometa empezó a ladearse como elefante loco. Antes de caer en la cancha del colegio, arrasó con otras siete cometas. Hubo mucho llanto aquella tarde.

11. Cavar pozos profundos en la arena de la playa


"Hagamos un hueco para enterrar a papa hasta el cuello". A los veinte centímetros les saltó un cangrejo y media hora después el fondo se llenó de agua. "No importa, nos meteremos nosotros". Y así fue, hasta que una ola llegó y el hoyo se convirtió en una piscina de lodo.

12. Las tortas de cumpleaños de mamá


Una de las razones por las que Iván esperaba con ansias su cumpleaños cada año, era descubrir qué maravilla de torta había preparado mamá esa vez. Un año fue una canasta de huevos de gelatina, el otro fue un tren de queque atravesando una montaña y otro un elefante celeste.

13. ¡Quiero irme con mis amigos al espacio!


Eran finales de los setentas y en el cine daban Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. Ramiro no podía salir de su embeleso. La película parecía tan real (luego supo que estaba basada en hechos reales) que al final lloró, porque él también hubiera querido irse con esos niños en la nave.

14. La oficina de papá


El papá de Francisco trabajaba en la sede central de un banco muy importante de la ciudad. Todos los días, iban con mamá a recoger a papá al trabajo. Papá los saludaba desde la ventana y bajaba. Pero aquel día subieron a conocer la oficina. Lo primero que notó Francisco fue el aroma de café recién pasado y luego, la cantidad de mesas que había por todo lados. Cuando las chicas de la oficina empezaron a engreírlo, sintió que ya era hora de irse.

15. Los ojos verdes de mamá enojada


Hugo y Esteban se habían peleado esa tarde. Cuando mamá llegó de la calle y vio la silla rota, volteó a mirarlos. Dos luces esmeralda se encendieron entonces en la mente de Hugo, y ya no recuerda nada más, hasta que mamá lo va a buscar a su cuarto y lo abraza.

Si has tenido alguna experiencia parecida que te haya marcado de niño y la quieras compartir, ¡nos encantaría que la comentes con nosotros!

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