Refuerza su autoestima: deja que lo retraten en pintura

No hay duda de que la fotografía es de lejos la primera opción que elegimos los padres de familia cuando se trata de retratar a nuestros hijos. Pero, ¿no te gustaría tener una cuadro con el retrato pintado de tu hijo en casa?


A diferencia de las fotos, la pintura tiene un proceso mucho más visible para los niños. Desde que el pintor combina sus colores para lograr los matices del rostro de tu hijo hasta las últimas pinceladas. Ser testigo de este proceso logra que el niño valore más el resultado final, es decir, a sí mismo.

Cuando se les toma una foto a los niños el resultado es instantáneo y copia fiel de la imagen original. La pintura, en cambio, significa un esfuerzo distinto para recrear la imagen. La pintura no es la copia fiel sino una interpretación de la realidad reproducida en tintes, texturas y hasta olores. Por eso el arte de la pintura genera una atracción especial.






Ahora bien, si sabes que tu hijo es un niño inquieto, puede que no resulte buena idea hacerle una pintura completa. La opción sería un retrato a carboncillo, a manera de boceto y mucho más rápido,  que utiliza una técnica de claroscuros y perfiles logrados únicamente con tonalidades grises. La diferencia en el efecto es parecida a la de una foto a color con una en blanco y negro.

El retrato pintado reforzará la identidad de tu hijo. La imagen de sí mismo se hará más concreta y su autoestima mejorará al ver el esfuerzo que tomó hacer su figura. Y por si esto fuera poco, lo sensibilizará frente al arte y la belleza.


Llevar a tu hijo a que le hagan un retrato pintado es muy fácil. Sólo tienes que darte una vuelta por los principales parques de tu ciudad. En ella encontrarás artistas dibujantes que en poco tiempo y por mucho menos de lo que cuesta una sesión de fotos de estudio podrán plasmar la esencia de tu hijo y hacerla perdurable.


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