Agacharse para hablarle: una señal de consideración

Existen muchas recomendaciones para criar de la mejor manera a nuestros hijos. Una de las más importantes es la de ponerse a su altura cuando les hablamos.


Una actitud como esta podría parecer intrascendente cuando en realidad tiene un gran significado para tu hijo, porque promueve una comunicación total. Y es que la crianza muchas veces se confunde con imponerse desde una posición de autoridad que recién descubrimos cuando nos hacemos papás o mamás, y que muchas veces no sabemos manejar con sabiduría y humildad.

Cuando a un niño se le habla sin agacharse, lo que el pequeño percibirá primero es la voz y no los argumentos; que se le están dando órdenes sin esperar otra cosa que se obedezcan, y no una sugerencia; que quien le habla no lo considera lo suficientemente importante como para hablarle de igual a igual.





Pero cuando en cambio buscamos la línea de su mirada, estamos transmitiéndole muchas cosas, entre ellas que nos preocupa que nos escuche, pero también que vea nuestros gestos y expresión corporal para que interprete correctamente nuestra intención.

Al estar a la altura de sus ojos, evitamos que desarrolle o se sienta obligado a una actitud de sumisión, que muchas veces va en perjuicio de su autoestima y no ayuda en nada a la construcción de una relación basada en la confianza y el afecto.

Al hablarle a su nivel, si nuestra intención es reprenderlo verá la seriedad de lo sucedido en nuestra mirada y le dará la debida importancia. Si es para explicarle por qué debe o no debe hacer algo, lo verá en nuestros gestos, lo apreciará en nuestro tono de voz y entonces se interesará por entender las razones que le damos.

Finalmente, al acostumbrarnos a desarrollar esta actitud con los hijos, permitiremos que ellos a su vez aprendan a respetar y considerar a los demás como iguales.


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