Autoconstrucción de conocimientos vs paporreteo: ¿a tiempo para enfrentar grandes desafíos?

Quienes estudiamos en la escuela el siglo pasado (¡es así, que le vamos a hacer!) recordamos fechas, lugares, personajes y hasta batallas de memoria. Algunas las olvidamos, pero otras quedaron grabadas para siempre en nuestras mentes. ¿Pero qué tanto nos sirvió esta montaña de información para avanzar en la vida?




Acumulación de datos


Es muy posible que varios de nosotros recordemos algunos datos "aprendidos" durante la escuela, Pero pocos podremos relacionarlo con su contexto histórico si es la fecha de una batalla importante, o con un país si es un río o una cadena montañosa. Menos entenderemos su influencia en procesos sociales, o su importancia en la historia de un país o grupo humano.

Entre lo "correcto" y lo "entendido"


El estilo de enseñanza de hace algunas décadas priorizaba la memorización de datos, antes que entender su significado y trascendencia.

Este tipo de información podía servir para aprobar exámenes con respuestas de alternativas múltiples, o incluso para ingresar a la universidad, pero poco favor nos hacía para entender la historia, la geografía o la literatura por el enriquecimiento que significaban en nuestra cultura y cómo podrían influir en nuestra manera de ver y reconstruir el mundo.

De hecho, muchos de aquellos que ingresaban a las universidades se veían en grandes problemas para adaptarse a un entorno en el que se requería sentido crítico y no habían respuestas "correctas".

El profesor "monumento"


Hasta hace pocos años, la idea de la transmisión de conocimientos estaba basada en la verticalidad y la jerarquía. El profesor era la fuente de conocimientos incuestionable, era el único que podía preguntar, era quien decía lo que estaba bien o lo que estaba mal.

Pero poco a poco una nueva corriente se extendió en la enseñanza. Muchos profesores reconocían que tan importante era lo que enseñaban a los alumnos como lo que estos aprendían de sus propias experiencias y de otros alumnos. El constructivismo se abría camino.

Muchas cabezas mejor que una


Diferentes experiencias en Finlandia, Estados Unidos y Latinoamérica empezaron a aplicar esta nueva forma de generar, más que conocimientos, competencias en los alumnos. Se priorizó la promoción de la investigación, el intercambio de ideas y puntos de vista, la coordinación entre los estudiantes para la ejecución de proyectos y el debate entre ellos, con el profesor como guía.





De la memorización a la internalización


Diversas técnicas educativas permitieron que los datos pasaran a ser parte de un proceso mucho más amplio, en el cual se dejaría de "aprender" y se empezaría a "aprehender".

Internalizar hechos, lugares, personajes y descubrimientos junto con sus contextos históricos, sociales y geográficos, apoyados por líneas de tiempo, gráficas, programas de computación, consultas por internet y recursos tecnológicos. De la teoría se pasó a priorizar la práctica y la experimentación.

Evaluación y evolución


Mejorar en el entendimiento de los procesos se hizo más importante que la aprobación de exámenes. Incluso en matemática, el avance en el dominio de operaciones y problemas matemáticos, así como su aplicación a casos de la vida real se priorizó sobre el resultado final. Una pregunta no tenía una respuesta correcta o incorrecta, más que un procedimiento adecuado.

Mejor adaptados a los nuevos tiempos


Este estilo constructivista de la enseñanza ha evolucionado. Ahora vemos niños y adolescentes capaces de argumentar sus opiniones y críticas, plantear soluciones innovadoras a problemas cotidianos, percibir el mundo a través de lo aprehendido y por lo tanto de una manera más holística.

Gracias a la horizontalización de los métodos de enseñanza, las generaciones que en pocos años dirigirán al mundo estarán en mejores condiciones para enfrentar los graves problemas globales de los que ya podemos ver sus primeros síntomas, aquellos que nuestras generaciones permitieron y de los que somos responsables por no saber prevenir.

Grandes tentaciones


Sin embargo, los grandes enemigos del pensamiento crítico y la iniciativa en la búsqueda de soluciones se camuflan bajo nuevos disfraces de moda. Los accesorios tecnológicos, las redes sociales, la programación basura, pueden ser una gran tentación y las bases de una generación que reclama libertad, sin un adecuado manejo.

Corresponde a los adultos alertar sobre estos peligros de una manera serena pero firme, transmitiendo experiencias, debatiendo e intercambiando opiniones con las nuevas generaciones; escuchando.

De esta manera, ellos podrán recibir estas nuevas herramientas para utilizarlas y no que ellas los manejen. De lo contrario, sería volver a la aceptación de lo que estos nuevos "maestros" tecnológicos" digan, ordenen y permitan.

Del apoyo que demos a estas nuevas tendencias educativas dependerá que nuestros hijos no caigan en un "paporreteo virtual". Solo así serán verdaderamente libres y podrán autoconstruir su futuro.

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