La tía Enriqueta ha llegado de visita: rutas de escape

Tus hijos habían oído de ella solo en aquellas anécdotas familiares que se contaban tú y tu pareja por las noches. En algunas, tu hijo afinó el oído y escuchó sobre la pintoresca tía Enriqueta, una señora muy efusiva, recargada y extremadamente cariñosa.


Pero esta semana, tu tía amenazó con visitarlos aunque le cueste la vida, tanto tiempo sin verte y sin conocer a tus hijos. No le importa que tenga que unir dos océanos para lograrlo, esta vez está decidida y vendrá. El momento que tanto temiste llegó, pero calma. Hay maneras de atenuarles esta empalagosa experiencia a tus hijos.

De las muchas historias que se han oído sobre este tipo de parientes, hemos podido extraer algunos sabios consejos.

El recibimiento


Debe estar la familia completa para recibir a la tía. Adelántate tú para ayudarla a salir del taxi, lleva sus paquetes y muéstrale la mejor de las sonrisas. Pero no exageres, hazlo de manera natural, ella ya sabe que no es bienvenida. Concentra en ti su atención.

Luego, presenta a tu esposa e hijos. Una andanada de arrumacos, besos y abrazos casi ahogarán a tus pequeños, pero deben ser fuertes. Apresúrala, su habitación la espera.

Su habitación


Lo más saludable con este tipo de parientes es hacerles ver que todo está listo para ellos. Reserva la mejor habitación para tu tía. La que esté más cerca del baño y más lejos de la habitación de tus hijos

Previamente, habrás sabido sondear cuál es el dormitorio más cómodo y estratégicamente ubicado de todos los que tienes en casa. Si es el matrimonial, sentimos decirte que deberás cederlo. Si debes mudar a tus hijos al extremo opuesto de la casa, hazlo. Es por su bien.

Solo sugerencias


La tía Enriqueta siempre tendrá una dulce manera de decirte todo lo que te ha faltado para educar a tus hijos como dos angelitos, o los detalles que faltan en tu hogar para que sea el palacio en el que ella merece alojarse. Acepta todas estas reprimendas como gentiles sugerencias en tu mente, así no terminarás perdiendo la cabeza.





La hora de la comida


La tía Enriqueta es famosa por su férrea defensa de los más refinados modales victorianos cuando se trata de sentarse a la mesa.

Por supuesto que serán recibidos con extrañeza por todos, pero cuando les diga a tus hijos que se pongan la servilleta en las rodillas, que ese tenedor va a la derecha y no a la izquierda y que nadie debe empezar a comer antes que quien esté en la cabecera de la mesa (es decir, ella) empiece, inspira, exhala y hazles un guiño a tus hijos; ellos entenderán.

“Estás en tu casa, tía”


Una vez que se termine de convencer que es bienvenida, déjala sentir que está en su casa. Y esto díselo con una sinceridad de corazón. Porque quien se quedará en tu hogar por todo lo que dure la visita será ella, y solo ella.

Es que casualmente, la promoción de la escuela de tus hijos ya había organizado un viaje de estudios para los siguientes diez días, tu esposa recibió una comisión urgente de su trabajo en otro estado (que solo será por un par de semanas) y tú recibiste una invitación de un músico amigo del barrio, irreverente y liberal, para apoyarlo en la organización de una gira nacional y necesita ver los detalles contigo ya.

“Solo será por unos días, tía y volveré”. Como tu amigo está a unas pocas decenas de kilómetros, podrás visitarla por algunas horas antes de volver a tu compromiso por las tardes.

Pero, ¿ya te vas?


Al final, tu tía Enriqueta, que te había asegurado que solo se quedaría cinco días, efectivamente no permanecerá ni un minuto más en tu casa. Cuidate de estar ahí cuando se despida y asegúrate que no deje nada para venir a recogerlo después.

Estas son algunas de las muchas estrategias que miles de familias en el mismo trance desarrollaron a lo largo de la historia. Creemos que podrían serte de mucha utilidad, por supuesto que adaptadas a las características únicas de tu versión de tía Enriqueta. 

Pero de que han sido eficaces en el tratamiento de otras muchas tías, es un hecho. Tu familia merece el intento, ¡suerte!


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